Estuve de cumpleaños el 13 de junio y entre las reflexiones de ese día es entender y tener consciencia que cada vez estoy más lejos de la fecha de mi nacimiento y más cerca de la fecha de mi muerte, por lo mismo, no me preocupa como enjuicien los críticos mi trabajo, escribo y como escribo en primer término es para complacerme a mí mismo y en segundo por si complazco algún lector, me siento satisfecho, sé en mi interior, que aunque nadie leyera jamás lo que escribo, lo que digo es tan importante para mí que está justificado y lo conservaré para mí y para mi propio uso, el entusiasmo que me proporciona el hecho de escribir muchas horas seguidas es mi mejor recompensa, que me paguen por escribir libros, tener lectores cuya vida mejore por lo que yo he escrito, figurar en la lista éxitos de ventas, etc., son cuestiones azarosas, accidentes que suceden como consecuencia de que vivo los instantes presentes de un modo significativo de hecho la decisión que llevó a dar el nombre a mi segundo libro: “Los caminos secretos del zorro que nació de un loto” para mí, fue el resultado de una de las experiencias más inmediata de mi propia vida, hice un viaje y me encontré tan plenamente en el presente.
Revisando el entorno, estamos atrapado en la rutina diaria, a veces nos dejamos dominar por las preocupaciones y la ansiedad, tan interesados por nuestra posición social, la apariencia física y lo que otros piensen de nosotros que olvidamos nuestro ser espiritual, nuestra verdad absoluta, nuestro poder interior. Nos preocupa tanto la reputación, el puesto, no dejarnos manipular por los demás en su “provecho”, la posibilidad de pasar por tontos, que a veces perdemos el valor de ser espirituales. Tenemos demasiado miedo de saber y experimentar nuestro amor y nuestro poder.