Si tuviera que hacer una línea de tiempo diaria de mis actividades intimas y personales dejando de lado el amar y viajar que están siempre, el primero bajo la línea de mí relación con otras personas, y el segundo bajo la línea del viajero, diría que mi día a día se mueve entre el Orar, Meditar, Correr y Escribir estos me describen fielmente, al igual que la película “Comer, Rezar y Amar” que muestra las etapas que vive una mujer en un camino de búsqueda, mis etapas diarias suman la travesía de un camino que ya encontré. La “Oración” fortalece mi amor a Dios y mi fe. El “Meditar” me lleva a volver a mi origen, a estar en el presente, a buscar mi calma mental, una consciencia plena y analizar cada fenómeno, hecho y entender que el equilibrio se da entre el cuerpo, palabra y mente sobre todo cuando entendemos que se debe vivir en la armonía entre el amor y la sabiduría. El “Correr” es un desafío en un encuentro físico, mental y de corazón con el entorno y el presente. El “Escribir” me permite un encuentro con el pasado, presente y futuro con roles de búsquedas, un encuentro en los distintos caminos recorridos, donde los personajes van entendiendo que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, que uno es su propio maestro y enemigo, además, que la escritura es la oportunidad maravillosa donde el lector se encuentra con el escritor.
En este abismo de orar, meditar, correr y escribir, la línea delgada y transversal que nace, une y muere en cada uno de estos actos llevan a que el ego desaparezca, el yo con todos sus conflictos, su pasiones, sus contradicciones y la identidad se desvanezcan y es aquí donde entro en un trance que me conecta con mi propia consciencia.
Para ti, ¿cuál es tu línea de tiempo diaria de actividades?